La Visión Jibaricua
Por Raúl E. López Vergé
Un Plan Biblico Para el Desarrollo de Puerto Rico
"Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma." -- 2 Tes. 3:10
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El Homicidio Como Pecado
Copyright 2012 por Raul E. Lopez, MD, MDiv


La Biblia presenta el homicidio como un pecado que hay que pagar, no como una enfermedad psiquiátrica que se puede curar. La Biblia divide a los pecados en dos categorías, los que no son dignos de muerte, y los que son dignos de muerte. Un ejemplo de un pecado no digno de muerte es cuando alguien se roba algo que le pertenece a otra persona. La penalidad asociada con estos crímenes no de muerte es la restitución con intereses de lo que se había robado. Cuando sea posible, la penalidad debe ser diseñada para restaurar la deuda creada por el crimen:

Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo degollare o vendiere, por aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas. Si el ladrón fuere hallado forzando una casa, y fuere herido y muriere, el que lo hirió no será culpado de su muerte. Pero si fuere de día, el autor de la muerte será reo de homicidio. El ladrón hará completa restitución; si no tuviere con qué, será vendido por su hurto. Si fuere hallado con el hurto en la mano, vivo, sea buey o asno u oveja, pagará el doble. (Éxodo 22:1-4)

Sin embargo, los pecados dignos de muerte son aquellos donde lo que se quita no se puede medir en dinero. O sea donde ninguna cantidad de dinero puede restaurar el estado que existía antes del crimen. Hay dos tipos de crímenes en esta categoría. Una categoría son los crímenes sexuales, particularmente la violación de la mujer. No hay ninguna cantidad de dinero que pueda devolverle la dignidad que pierde una mujer cuando es víctima de tal crimen. La otra categoría, a la cual se le da más énfasis es al crimen de asesinato. Este es el peor crimen de todos, pues la muerte le quita al individuo todo lo que se asocia con su existencia terrenal. Le quita su conjugue, sus hijos, su salud, su dinero, sus sueños, sus placeres, su libertad. Es un crimen irreparable donde no hay forma de volver para atrás. Como la restitución no es posible, el principio de equiparidad se aplica.

El principio de equiparidad es la corolaria de la regla de oro. La regla de oro dice: "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas." (Mateo 7:12). Si alguien mata a una persona inocente esta declarando que esto es exactamente lo que ellos quieren que se les haga a ellos. La regla dice que si yo quiero que me amen, debo amar, si quiero recibir, debo dar, si quiero que me ayuden, debo ayudar, si quiero que me maten, debo matar. Si uno cree que esa ley es una verdad absoluta uno tiene que creer que también su corolaria lógica es también verídica y, por lo tanto, el asesino quiere morir. Por lo tanto, se le está dando lo que justamente merece y hasta desea en su corazón.

El principio de la restitución también se basa en el principio de la equiparidad. Si alguien le quita un objeto de valor a otra persona, se le quitará ese objeto de valor al pillo y se le devolverá a la víctima y se le añadirán el costo asociado con la pérdida del uso del objeto y los costos asociados con recobrarlo. No obstante, eso es simplemente devolver lo que justamente merecía la víctima. Eso no fue lo que hizo el pillo. El ladrón no cogió algo que merecía, el tomó algo por lo cual no trabajó. Por lo tanto, cuando se castiga al pillo se permite que experimente lo mismo que el perpetró. Por lo tanto, se le permite a la víctima "robarle" al pillo, pues tiene el derecho de hacerle al pillo lo mismo que el pillo le hizo a él. Por lo tanto, la victima recibe lo que perdió, y ahora tiene derecho de recibir por encima de esto, como especie de multa, otra vez la misma cantidad de valor. Por eso es que el pillo tiene que pagar doble. En algunos casos, como hay otros costos envueltos en recuperar lo perdido la penalidad puede ser más del doble.

Si los buenos no practican la pena de muerte, los malos la practicarán. Si el gobierno no la practica, las gangas si la impondrán sobre quienes ellos quieran. Al fin y al cabo, la organización que practica la pena de muerte es la que predominará en el país. Si solo las gangas usan la pena de muerte ellos tendrán más poder que el gobierno sobre al menos parte de la población. Si una persona sabe que si desobedece el líder de su ganga morirá, pero si desobedece al gobierno irá a la cárcel, esta persona va a obedecer al líder de la ganga.

Mientras un acecino está en la cárcel sigue teniendo influencia sobre la sociedad. Tiene influencia sobre su familia y sus hijos, si los tiene. Tiene influencia sobre los otros reos encarcelados juntos con él y a veces hasta sobre los guardias que los velan. En las prisiones hay gangas que tienen mucho poder sobre los confinados. Dentro de las cárceles estas siguen implementando la pena de muerte para poner orden, mientras que si un guardia hiere a un reo este le puede demandar y el guardia puede terminar pagándole por incapacidad el resto de su vida. Los confinados tienen influencia sobre sus familiares y amistades fuera de la cárcel. Estos a veces se prestan para amenazar a otras personas, inclusivo a las familias de los mismos guardias de las cárceles. Debido a la falta de seguridad y acceso ubicuito a las vías de comunicación algunos confinados han podido hasta amenazar a personas fuera de la cárcel a través de teléfonos celulares. Esto no sería posible si al acecino se le hace someter a la pena capital.

La oposición a la pena de muerte viene de varias partes. En parte proviene de la Iglesia Católica Romana quien siente culpabilidad por haber abusado de la pena de muerte al condenar en el pasado a judíos y a protestantes a la hoguera. Sin embargo, simplemente porque algo se haya abusado, no quiere decir que no existe un uso apropiado para esa misma cosa. Por ejemplo, simplemente porque algunos abusen del automóvil no quiere decir que toda la sociedad tiene que dejar de usarla. Lo correcto es implementar la pena de muerte justamente según lo que manda la Biblia. La Biblia no manda poner a muerte a los judíos y a los protestantes, sino a homicidas y otros culpables de graves delitos violentos.

La sociedad Romana clásica desarrolló un fuerte desprecio por todo lo que se asociaba con el judío por dos razones. Primeramente, fue unos de los pocos pueblos que reclamó su independencia del imperio y hubo varias revueltas y guerras de independencia en la provincia de Judea que le costaron al Imperio mucha sangre para poder suprimirlas. Ellos eran como los vascos en España o los Confederados en los Estados Unidos. Al no querer asimilarse al imperio, el Imperio Pagano los vino a despreciar. Segundo, los primeros cristianos, quien eran también sujetos o ciudadanos del Imperio Romano, sufrieron persecución a las manos de los judíos quienes los veían como una secta hereje dentro del Judaísmo. Por lo tanto, la iglesia católica Romana, compuesta por Cristianos y Romanos, rechazaron aquellas partes de la religión de la Biblia que más se asociaba con el Judaísmo. Unas de las cosas que se rechazó fue la ley penal del antiguo testamento. Los católicos la reemplazaron con el Código Justiniano, el código de ley usado por el Imperio Romano. De forma parecida, los protestantes clásicos de Europa, quienes salieron de la Iglesia Católica, y trajeron con si mucha doctrina Católica, reemplazaron la ley de Moisés con algo nebuloso llamado la ley natural. Por lo tanto, el rechazo de la ley penal Mosaica tiene un trasfondo social e histórico y no una base religiosa.

El mandato a implementar la pena de muerte se le dio originalmente a nuestro antepasado Noé, no solo a Moisés. Dios le dijo a nuestro padre Noé "El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre." (Génesis 9:6). Por lo tanto, este mandato no es exclusivamente parte de la ley Mosaica, sino que es parte de la ley universal dada a toda la humanidad antes de Moisés. Es de notar que la razón dada como justificación de la pena de muerte es que el ser humano fue hecho a la imagen de Dios. Esta imagen es parte de nuestra naturaleza intrínseca, algo que no cambia nunca. Por lo tanto, mientras seamos mortales, el que cause la muerte de una persona inocente es digno de la pena de muerte. Es interesante, que la otra parte de este grupo de leyes las cuales fueron dadas a Noé, específicamente la prohibición en contra del comer sangre, fue reafirmada por Santiago como valida específicamente a creyentes Cristianos que no eran judíos.

A Noé se le mandó:

3 Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. 4 Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis. 5 Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. 6 El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre. 7 Mas vosotros fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella. (Génesis 9:3-7)

A los cristianos gentiles se les ordenó:

Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud. Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo,

Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. (Hechos 15:19-20,23-25,28-29):

Fíjense que el contexto del pasaje, o sea, lo que el concilio estaba debatiendo, era la circuncisión, lo cual es parte de la ley ceremonial, o sea la ley simbólica, del AT. Lo que el concilio ordeno a las iglesias a través de una carta, también eran leyes ceremoniales. Por ejemplo, no hay nada intrínsecamente inmoral en comer un animal ahogado. El problema está en el simbolismo asociado con este acto. Entre las leyes mencionadas en la carta, solo la fornicación es parte de la ley moral. Por lo tanto, cuando el pasaje dice que los apóstoles no han ordenado guardar la ley, le ley al cual se refieren es la ley ceremonial. Aun entre esa ley hay parte que es universalmente valida, como la prohibición de comer sangre. Esa parte de la ley ceremonial fue dada por Dios originalmente a Noé, el padre de todos los seres humanos hoy vivos, y no solo por Moisés al pueblo de Israel.

De paso, fíjense que comer sangre no es lo mismo que darse una transfusión de sangre. Cuando uno come, la comida se descompone en sus ingredientes fundamentales, los cuales son proteína, grasa, azúcar y minerales. Esto se llama digestión. Cuando la sangre se transfunde la sangre queda intacta y da vida como sangre intacta, no como proteína, grasa, azúcar y hierro.

Estos pasajes apoyan la aseveración que el mandato a Noé en su totalidad es válido para todos y para siempre. Por lo tanto, la pena de muerte todavía es la pena requerida por Dios para librar la tierra de la culpa del homicidio.

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