La Visión Jibaricua
Por Raúl E. López Vergé
Un Plan Biblico Para el Desarrollo de Puerto Rico
"Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma." -- 2 Tes. 3:10
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El Trabajo Como Deber Sagrado
Copyright 2012 por Raul E. Lopez, MD, MDiv


Primero que nada, hay que reconocer que el trabajo es algo sagrado, ordenado por Dios, y algo que nos define como seres humanos. Cuando Dios creó al hombre, dijo: "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra." (Génesis 1:26-29) Dios creó al hombre con el propósito de señorear y sojuzgar la creación que Dios había creado. El señorear y sojuzgar envuelve trabajo.

Después de crear al hombre lo puso en un jardín con el propósito de que trabajara para mantenerlo. El escritor del Génesis dice "Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase." (Génesis 2:15). Esto tomó lugar antes que el hombre callera en pecado cuando todavía vivía en un paraíso. Aún bajo estas condiciones ideales el trabajo era parte de nuestra existencia humana.

El trabajo es una de las formas en que imitamos a Dios. Moisés dijo "Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; . . . Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó." (Éxodo 20:9-10a, 11). Trabajamos porque Dios trabajó y descansamos porque Dios descansó después de trabajar. Cuando expresamos nuestra creatividad en el trabajo imitamos a Dios y el ser como Dios en este sentido produce en nosotros un sentido de auto respeto, lo que algunos llaman auto-estima. Este respeto propio se demuestra en respeto hacia los demás en la sociedad. El que no trabaja no desarrolla este sentido de auto respeto y carece de respeto hacia los que le rodean. Esta falta de respeto es la raíz de la criminalidad.

También vemos que Jesús, el perfecto hijo de Dios pasó la gran parte de su vida trabajando como un carpintero. Si alguien merecía no trabajar, era El. Sin embargo, como parte de su condición humana Jesús participo en este proceso creativo. Si nos llamamos cristianos, que quiere decir que somos seguidores de Jesucristo e imitadores de su vida ejemplar, entonces tenemos que imitar este aspecto de su vida también. El trabajo es, en su esencia, un proceso creativo. Dios creó al mundo en seis días y descansó el séptimo día. Nosotros también debemos de envolvernos en el proceso creativo seis días a la semana y descansar un día en siete como le mandó Dios a Moisés. Satanás le prometió a Eva que sería como Dios si comía de la fruta del árbol del bien y el mal, pero Dios da el trabajo creativo como una manera de imitar a Dios y venir a ser como Dios.

El sabio rey Salomón dijo que "No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios." (Eclesiastés 2:24), y poco después, "y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor" (Eclesiastés 3:13), y otra vez, para que nadie mal entienda, ". . . no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?" (Eclesiastés 3:22). Esto es lo mejor que ofrece esta vida terrenal. Dios nos ofrece una vida balanceada y justa donde uno trabaja y disfruta del fruto de ese trabajo. No hay nada mejor. El que disfruta sin trabajar es un ladrón y no puede disfrutar verdaderamente de lo que le toca, por esa hay tanto crimen y familias rotas en los residenciales. Si disfrutar sin trabajar fuera el ideal, los residenciales serían paraísos y habría listas de espera para vivir en ellos. Sin embargo, el polo opuesto, el que trabaja sin disfrutar, es un esclavo. Es también la responsabilidad del gobierno asegurar que los que trabajan no se conviertan en esclavos.

En las democracias, una manera en las cuales los que trabajan se convierten en esclavos es que quedan pillados entre dos grupos de parásitos, los parásitos ricos y los parásitos pobres. Los parásitos ricos son los que heredaron su dinero. Algunos, quizás muchos, de estos estudian y trabajan y hacen grandes contribuciones a la sociedad. Sin embargo, hay otro buen grupo de ellos que viven la buena vida y consumen más de los que devuelven a la sociedad. Este imbalance en sus vidas crea un sentido de culpabilidad. Ellos ven a personas mucho más pobres que ellos que no tuvieron las mismas oportunidades que ellos tuvieron. Sin embargo, como estos ricos no han aprendido a contribuir a la sociedad, no tienen verdaderas soluciones para la pobreza. Su solución es simplemente echarle dinero al problema.

Ellos donan un pequeño porcentaje de sus fortunas para combatir problemas sociales para sentirse bien, pero eso no es suficiente para solucionar muchos problemas. El dinero se encuentra en la totalidad de la clase media, que incluye una gran cantidad de personas, desde el que trabaja con sus manos hasta el profesional trabajador. Por lo tanto esta primera clase, la rica y cómoda, que no trabaja, lo que en inglés llaman "the leisure class," le quita el dinero a la clase media trabajadora por medio de impuestos gubernamentales, para darle dinero a la clase pobre que tampoco trabaja. Una clase parásita crea y alimenta otra clase parásita. Poco a poco este peso va destruyendo a la clase media y deja una sociedad constituida por dos clases, los ricos y los pobres. Esto mismo fue lo que destruyó al imperio Romano y creo la edad media hace muchos siglos. Estamos repitiendo la misma historia.

En los Estados Unidos también existe un sentido de culpabilidad colectiva de parte de los miembros de la raza blanca hacia la raza Afro-Americana por la manera en que los antepasados del primer grupo trataron al segundo. Las regalías federales son un intento de pagarle a los Afro- Americanos por siglos de esclavitud y segregación. Sin embargo, regalar dinero no resuelve el problema. Lo que resuelve el problema es crear oportunidades para progreso y trabajo. El quitarle dinero a un grupo para dárselo a otro es hurto.

Por lo tanto, de modo de resumen, vemos en la Biblia varios principios que tenemos que seguir si queremos tener una sociedad prospera. El más básico es el octavo mandamiento, el de no hurtar. No debemos quitarle el dinero a aquellos que trabajan para dárselo a aquellos que no trabajan. Es importante que el que trabaja pueda disfrutar del beneficio de ese trabajo. El corolario de este principio es que todos deben trabajar. Las madres muchas veces tienen que tomar tiempo para criar a sus hijos, y eso es un trabajo de tiempo completo. Sin embargo, no hay escusa para que un varón después de los cinco años de edad y antes de los 65 años de edad no esté o estudiando o trabajando.

La Biblia dicta que la edad a la cual se podía retirar una viuda en el primer siglo y ser mantenida por la iglesia era de 60 años (I Timoteo 5:9). Los avances médicos nos dan como cinco años más de salud, el cual nos da 65 como una edad de retiro razonable. Antes de esa edad todos los varones saludables deben estar trabajando. Podemos llamar a todos los varones entre la edad de 18 años y 65 años de edad hombres de edad trabajadora. Vimos que la Biblia presenta el trabajo creativo como el propósito de nuestra existencia terrenal y también la presenta como la manera en que proveemos para las necesidades de nuestra existencia terrenal.

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